ELEC-CRÓNICAS
¿Inflexión o revolución?: ‘La Web es el mundo’
Francis Pisani
26 Oct. 09
Oponer el mundo físico al virtual ha dejado de tener sentido desde hace rato. Por esto propusimos hace algunos meses pensar en capas o dimensiones (virtual y física) del espacio en el cual nos movemos. John Battelle y Tim O’Reilly, organizadores de la Web 2.0 Summit que tuvo lugar en San Francisco hace poco, van más allá. Según ellos “la Web es el mundo” en la medida en la cual, entre otras cosas, una inmensa cantidad de entes (seres, objetos) del mundo tienen ahora una “sombra informacional” en la Web y pueden ser manejados (o por lo menos serviciados y seguidos) desde ahí.
“La Web ha dejado de ser una colección de páginas HTML que describen el mundo”, escriben en el documento preparatorio de la conferencia titulado “Web Squared”, Web al cuadrado. “De manera creciente, la Web es el mundo “cada cosa y cada persona en el mundo proyecta una ‘sombra informativa’ una aura de datos que, cuando es capturada y procesada de manera inteligente, ofrece una extraordinaria oportunidad y tiene estimulantes implicaciones para la mente”.
La expresión “sombra informacional” ha sido acuñada por Mike Kuniavsky de ThingM. Muchísimos objetos hoy tienen presencia en la Web. Los libros, por ejemplo, en Amazon o en Google Book; los CDs, en la CD database (CDDB), en iTunes, o en Rhapsody; las películas, en Netflix; los carros, en el registro de automóviles. La gente, por su parte, deja su larga sombra con sus flujos de e-mails, de fotos puestas en línea, con sus perfiles en MySpace o Facebook y con sus comentarios en los blogs que visitan (cuando no tienen uno).
La idea central, según confió John Battelle a Information Week, es que la adopción de la Web se da ahora en múltiples dimensiones gracias a los teléfonos inteligentes y a la penetración de la banda ancha móvil, así como a la conexión de máquinas y sensores a la Red. La Web 2.0 fue el inicio de este proceso que está conociendo, ahora, una notable aceleración. El crecimiento de las posibilidades se vuelve exponencial. De ahí la noción de Web al cuadrado.
La asociación con “la internet de las cosas” es obvia. Pero, sugieren Battelle y O’Reilly, no hace falta que los objetos tengan un chip RFID que los conecte a una red de sensores. Basta, en el caso de una botella de vino por ejemplo, que alguien tome una foto y que su programa la reconozca (Evernote entre otros).
La proliferación de los sensores es clave. Un smartphone sabe dónde estamos y, ahora, en que dirección miramos. Las cámaras saben en qué lugar exacto y en qué momento una foto es tomada. Sensores y humanos se retroalimentan mutualmente y contribuyen a la emergencia de más inteligencia. Los aparatos alimentan a la web social que los alimenta a su vez. “Nuestros aparatos nos extienden (extienden nuestras capacidades) y nosotros a ellos”, dicen Battelle y O’Reilly.
Si agregamos los intercambios en tiempo real, vía Twitter o Facebook, por ejemplo, el hecho que podemos saber lo que está pasando y reaccionar enseguida, ya es posible hablar de “mente colectiva”. Nos puede preocupar, pero sin olvidar que “la comunicación nos une, nos da un contexto compartido y, por último, una identidad compartida”.
La acumulación y el tratamiento de tantos datos recogidos por máquinas, sensores y humanos permite integrar una dimensión de “realidad aumentada” en nuestro uso de las TIC.s.
Todo esto constituye una “revolución” para O’Reilly y Battelle quienes la consideran tan importante como la iniciada hace cinco años cuando lanzaron el término “Web 2.0”.
La intención de los organizadores de la Cumbre Web 2.0 es la misma que en el 2004: tratar de sacar sentido de la proliferación de ideas y de jóvenes empresas con la intención declarada de ayudarlas a vender mejor los sectores más innovadores de la industria. Su conferencia, según el consultor Jeremy Owyang, se ha vuelto el mejor espacio para presentar start-ups (un blog de la conferencia permite encontrarlas todas en blog.web2summit.com).
http://www.reforma.com/editoriales/interfase/524/1047577/