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patrimonio intangible  en Internet
Karina R. Durand Velasco

El museo es un acto de comunicación que refleja el espectro diverso del acontecer de la vida actual, como la revalidación o enfrentamiento entre viejos y nuevos mitos, tradiciones y ritos. Estamos en la era que ha visto el surgimiento de otras formas de patrimonio intangible, cibernético y virtual, así como el encuentro con innovadores sistemas de trabajo y la incontenible generación de información.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Comunidades de sabios

El sabio-curador del gabinete de antigüedades y colecciones de arte, en cuyas manos estaba mostrar estos tesoros dispuestos en un edificio magnífico, con dos grandes estatuas de leones custodiándolos, esta dando paso a una nueva forma de hacer y entender los museos.

Para trabajar de una manera diferente se requiere de otro tipo de especialistas, de otros sabios. Esto es lo que ha puesto de manifiesto la revolución tecnológica y su repercusión en la divulgación de la ciencia y difusión del patrimonio, el beneficio de los proyectos y programas resultado de la interacción de diversas disciplinas y experiencias. Ahora, el museo tiene que cumplir con la misión de mostrar y ser parte de los procesos de la comunidad, por ello requiere la experiencia de trabajar en comunidad y abrir las puertas a una participación significativa con el entorno.

 

La museología, la ciencia de los museos, en su sentido más amplio se refiere al estudio de las actividades individuales o colectivas que tengan relación con la conservación, interpretación y comunicación del patrimonio, así como del contexto social en que se dio y se ha dado está relación.[1] Es propuesta de la museología crear intersecciones, propiciando el encuentro de los diversos especialistas con el gran público. El museo se convierte así en un laboratorio, que forma parte del tejido social.

En esta coyuntura se encuentran los nuevos creadores, investigadores, curadores, artistas, ingeniosos cibernautas, desarrolladores Web, quienes, con originales fórmulas y formatos, crean y organizan espacios virtuales donde el patrimonio de la humanidad se encuentra en bits. Los bienes culturales existen en otro contexto, en diferentes tipos de museos que se muestran exponencialmente en Internet, al alcance de todo aquel que pueda acceder a la red. Estos usuarios, en una aproximación estadística, por ahora son un porcentaje poco representativo de la población mundial.[2]

 

Estado de trance: la ética.
En este marco, iniciados o no iniciados en las nuevas tecnologías, estamos viviendo un momento de transición respecto a los valores y principios que rigen nuestras conductas. Por ello, podemos plantearnos con toda conciencia, no dejándonos diluir en el devenir histórico que, tal vez, es necesario revisar ciertas concepciones y métodos de trabajo. Que es recomendable ser más flexibles y dinámicos y, al mismo tiempo, procurar la honestidad, el respeto y un compromiso con el patrimonio integral visto a través de las instituciones museales y las nuevas tecnologías.

Consideremos entre otras cosas, que la tecnología facilita la transformación de productos culturales en bienes digitales que se pueden integrar al ciclo del desarrollo sustentable del museo. Sin embargo, se deben evaluar los pros y contras de la difusión masiva y/o comercial. Si es el caso, las instituciones tienen como reto crear y regular mecanismos para el uso comercial de las imágenes digitales que sean de su beneficio, o de la persona física o moral que corresponda, como comunidades indígenas, cooperativas, asociaciones no lucrativas, artesanos, artistas independientes por citar algunos casos, y es aquí en donde los museos deben pugnar para crear políticas y códigos deontológicos referentes a la propiedad intelectual y a los derechos de uso de imágenes.

 

Existe una compleja situación, moral y legal, en torno a la propiedad de la información producto de las nuevas tecnologías. Hay importantes iniciativas de algunas organizaciones e instituciones culturales que buscan enfrentar este reto. El problema se puede abordar desde diferentes aristas: protección electrónica, consignas legales, eficientes mecanismos de gestión, contratos para licencias y aranceles, entre otras posibilidades. Uno de los aspectos a resolver es el de las propias leyes y sistemas jurídicos vigentes que, en los diversos ámbitos legales, no contemplan (porque no están actualizados) o no alcanzan a contemplar, la reglamentación de medios tan novedosos que prácticamente se transforman de un día para otro. En algunos códigos existen disposiciones y recomendaciones generales, pero no específicas para las particularidades de cada caso. Y en medio de estas controversias se sitúan los museos y el patrimonio intangible en Internet. [3]

La Comisión Mundial de Cultura y Desarrollo de la UNESCO, presidida por Javier Pérez de Cuellar, señaló en 1996 que el interés por el patrimonio intangible de la humanidad subraya cuestiones de sentido y de orden ético. La Comisión consideró que las implicaciones económicas giran en torno a cuatro cuestiones que, para fines de este escrito, pueden contemplar también a los productos digitales:
a) Reglamentación para la elaboración de copias de objetos tradicionales
b) La extracción de objetos y documentos de su contexto o medio de origen perdiendo su significado y valor original
c) La falta de compensación a las comunidades cuyos productos circulan por el mundo
d) El temor de que los objetos tradicionales y el patrimonio intangible se conviertan en mercancías de producción masiva que inunden los mercados internacionales y, con ello, se trastoque profundamente la cultura misma.

 

Profecía
“Perder el misticismo, abandonar las campiñas de lo orgánico y lo emocional, nos reduce al gélido espectáculo de una isla rodeada de polvo, nubes y estrellas” (Ríos,1998).[4] Ante el vértigo del consumo, la globalización y el materialismo, tratemos de aprovechar en toda su capacidad las oportunidades que nos brindan los museos (en sus diversas advocaciones), como foros privilegiados que son de la sociedad para discutir y reflexionar, con sentido ético y comunitario, nuestras expectativas en tanto género y en relación con el entorno. Concordamos con el académico Mike Wallace, que ya en 2002[5], convocaba a los museos a seguir pensando con imaginación sobre como decir las cosas en forma nueva y resolver con audacia las cosas nuevas que deben ser dichas.
Karina R. Durand Velasco.
Consultora de la firma Global Noise Internacional.
Vicepresidente de Comité
de Nuevas Tecnologías en Imagen y Sonido del ICOM (AVICOM)
Vocal del Consejo Internacional de Museos México (ICOM-México).
k.durand@globalnoiseint.com
mailto:kdurand@terra.com.mx 

(Texto condensado y actualizado de los artículos de la autora
.museum, patrimonio intangible en Internet, publicado por la Dirección General de Servicios de Cómputo académico de la UNAM en 2003 y de Museos, ética y comunidad: usos y costumbres en torno a las nuevas tecnologías,
publicado por el Comité de Museología para América Latina y el Caribe
del Consejo Internacional de Museos (ICOFOM) en 2002.

http://ciudadano-ciudadano.blogspot.com/2007_02_01_archive.html

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