La brecha digital está empezando a cerrarse. El flujo de información digital -a través de teléfonos celulares, mensajes de texto e internet- hoy está llegando a las masas del mundo, incluso en los países más pobres, trayendo consigo una revolución en la economía, la política y la sociedad. La extrema pobreza es casi sinónimo de extremo aislamiento, especialmente aislamiento rural. Pero los teléfonos celulares y la internet inalámbrica ponen fin al aislamiento y, por lo tanto, terminarán siendo la tecnología más transformadora del desarrollo económico de nuestro tiempo. La brecha digital se está terminando, y no a través de un brote de responsabilidad cívica, sino principalmente mediante las fuerzas del mercado.
La tecnología de telefonía celular es tan poderosa, y cuesta tan poco por unidad de transmisión de datos, que hoy resulta posible venderle a los pobres acceso a los teléfonos móviles. En la actualidad existen más de 3 mil 300 millones de suscriptores en el mundo, aproximadamente una de cada dos personas en el planeta. Es más, la penetración de mercado en los países pobres está aumentando marcadamente.
India tiene alrededor de 300 millones de suscriptores, y van en aumento de manera apabullante: ocho millones o más por mes. Brasil cuenta con más de 130 millones de suscriptores e Indonesia, con unos 120 millones. En el Africa, donde están los países más pobres del mundo, el mercado está en pleno apogeo, con más de 280 millones de suscriptores. Los teléfonos celulares hoy son ubicuos tanto en los pueblos como en las ciudades. Si un individuo no tiene un celular, casi con certeza conoce a alguien que sí lo tiene.
Probablemente una mayoría significativa de africanos tiene al menos acceso de emergencia a un celular, ya sea propio, de un vecino o en un kiosco comercial. Aún más destacable es la continua “convergencia” de la información digital: cada vez más, los sistemas inalámbricos conectan a los celulares móviles con internet, las computadoras personales y los servicios de información de todo tipo.
Cada vez en más partes del mundo, los pobres de las zonas rurales tienen acceso hoy a sistemas inalámbricos de bancarización y de pago, como el famoso sistema M-PESA de Kenia, que permite transferencias de dinero a través del teléfono. La información transmitida a través de las nuevas redes abarca a la salud pública, la atención médica, la educación, la bancarización, el comercio y el entretenimiento, además de las comunicaciones entre amigos y familiares. India, hogar de los ingenieros en software y de las compañías de alta tecnología, además de una economía rural vasta y densamente poblada de unos 700 millones de pobres necesitados de conectividad de todo tipo, naturalmente ha sido un pionero del desarrollo económico liderado por la tecnología digital.
Cada vez más, el gobierno y las empresas se han aunado en sociedades público-privadas para proporcionar servicios cruciales en la red digital. En los estados indios de Andhra Pradesh y Gujarat, por ejemplo, los servicios de ambulancias de emergencia hoy están al alcance de decenas de millones de personas, respaldados por celulares, sistemas informáticos sofisticados y mayores inversiones públicas en salud rural.
El nuevo esquema de garantía de empleo rural, que apenas tiene dos años, no sólo emplea a millones de los ciudadanos más pobres a través del financiamiento público, sino que ingresa a millones de ellos al sistema de bancarización formal, con base a las redes digitales de India. En el aspecto plenamente comercial, la revolución móvil está creando una revolución en la logística del marketing de la granja al comercio. Los agricultores y los vendedores de alimentos pueden conectarse a través de teléfonos celulares y de centros de distribución. El fortalecimiento de la cadena de valor no sólo aumenta los ingresos de los agricultores, sino que permite la diversificación de los cultivos y la mejora agrícola. Del mismo modo, las empresas de software más importantes del mundo están generando empleos en el sector de la tecnología de la información, directamente en los pueblos a través de redes digitales.
La educación también se transformará. En todo el mundo, las escuelas en todos los niveles se volverán globales, uniéndose en redes educativas digitales mundiales. Los chicos en Estados Unidos aprenderán sobre Africa, China e India no sólo a través de libros y videos, sino también de vínculos directos entre las aulas de diferentes partes del mundo. Las universidades también tendrán clases globales, donde estudiantes de una docena de universidades o más, al mismo tiempo se reunirán en conferencias, grupos de discusión y equipos de investigación.
El año pasado, la Universidad de Columbia en Nueva York se aunó con universidades de Ecuador, Nigeria, el Reino Unido, Francia, Etiopía, Malasia, India, Canadá, Singapur y China en un “Aula Global” que conectó a cientos de estudiantes en más de una docena de predios universitarios en un curso sobre desarrollo sostenible global. En mi libro El fin de la pobreza, escribí que se puede terminar con la pobreza extrema para el año 2025.
Una predicación apresurada, tal vez, en vista de la violencia global, el cambio climático y las amenazas a los suministros de alimentos, energía y agua. Pero las tecnologías de información digital, si están difundidas de manera cooperativa y global, serán nuestras nuevas herramientas más importantes, porque nos permitirán unirnos globalmente en mercados, redes sociales y esfuerzos cooperativos para solucionar nuestros problemas comunes.
Jeffrey Sachs
profesor de Economía y director del Earth Institute en la Universidad de Columbia.
REFORMA septiembre 11 – 2008
6 NEGOCIOS Opiniónfinanciera
Copyright: Project Syndicate, 2008. www.project-syndicate.org
Traducción de Claudia Martínez.