Nuevos fenómenos vienen surgiendo desde hace ya unos años e Internet es el escenario de todos ellos. La red se ha convertido en un fenómeno alternativo de información, entretenimiento y educación, entre otras cosas. El mundo del arte también tiene cabida en la Web: Se ofrecen al visitante paseos virtuales por algunos de los museos más importantes del mundo, así como sitios que muestran las últimas tendencias artísticas. El arte está renovando soporte y para ello Internet ha logrado ser muy satisfactorio.
Es una alternativa cultural muy interesante que permite ampliar los conocimientos, navegar entre esculturas históricas, apreciar el arte de los lugares más remotos, y todo ello a un clic de distancia. Ya no es necesario desplazarse para poder disfrutar de una exposición de Arte, ni viajar a otra ciudad o país para poder pasear por las salas del Louvre o del Museo del Prado, ni siquiera hay que moverse de casa. Muchas de las páginas electrónicas de los museos más relevantes del mundo cuentan con visitas virtuales, que permiten al usuario acceder a sus colecciones, exposiciones y bases de datos.
Es así como el desarrollo de las tecnologías ha traído consigo lo que se ha dado a conocer como Net Art, o arte digital. Ahora, la pasión por la belleza artística se fusiona con las habilidades y conocimientos de programación y diseño digital para dar vida a una nueva expresión artística, en forma de imágenes fijas, en movimiento, vídeo, audio…
Los museos tal y como hoy los percibimos constituyen unas instituciones culturales relativamente jóvenes, relacionadas con la sociedad contemporánea. El desarrollo de los acontecimientos ha puesto en evidencia la capacidad de los mismos para acomodarse a los cambios sociales, ya que las mutaciones operadas en la sociedad mediática se han traducido también en la transformación de nuestros museos por la irrupción de las nuevas tecnologías.
Internet ha sido un fenómeno totalmente vinculado a la globalización y la idea de aldea global.
La red contribuye a la homogeneización de los comportamientos sociales y culturales, y facilita que el ámbito de relación de los individuos adquiera una dimensión superadora de lo local, de modo que sus propuestas sean atendidas en el lugar más apartado del planeta. Además ha fomentado la expresión espontánea, el ejercicio de la crítica y ha consolidado una fórmula de democracia, la “ciberdemocracia”.
Surge una contradicción a partir de la democratización del arte. Por un lado, los sectores responsables de haber convertido el arte en mercancía, quienes lucran con las obras de arte o hacen negocio con los museos; por otro lado, el nuevo medio genera una enorme difusión, pero ésta se corresponde con la mínima rentabilidad económica. Esta circunstancia es contradictoria ya que resulta negativa para los intereses (económicos) inmediatos de los creadores, pero se ve compensada por la rápida difusión de la obra, que a la larga supone un beneficio, ya que ésta comienza a circular por todos los ámbitos y sus autores logran un mayor reconocimiento de la sociedad.
Este panorama entra, sin duda, en colisión con el perfil del museo como reflejo del coleccionista privado e institucional, que ha actuado en la sociedad contemporánea como un elemento canonizador, que representa los valores más sólidos de la expresión artística. Sin embargo, pese a la crítica al nuevo medio, terminan aceptando una redefinición del mismo al comprobar los resultados positivos en cuanto al reconocimiento de las obras de arte.
Con las nuevas tecnologías cada uno puede construirse su museo ideal por ordenador y visitarlo a cualquier hora del día a través de la pantalla. También se puede recrear en realidad virtual catedrales, esculturas, pirámides, para que cada uno pueda tener sus obras de arte favoritas y construirse su museo ideal. También nos encontramos con la posibilidad de completar unos museos inacabados, incapaces de abarcar toda la producción artística. En la pantalla del monitor de la computadora se puede avanzar por una galería donde se despliegan las obras expuestas, acercarnos a una en particular, ampliar un detalle, y si fuera preciso guardar esa imagen y hacer una copia en papel ilustración para nuestro uso personal, además de obtener información sobre la obra y el autor. En algunos casos se puede participar también en una visita guiada, virtual, acompañada, eventualmente, de voz y sonido.
Esto ha concedido al espectador una relación totalmente nueva con la obra de arte, una relación de libertad creadora. Además hay una transformación en cuanto a la manera tradicional de acercarse a los objetos de un museo, y ésta tiene que ver con el hecho de la ausencia física de la persona espectadora; es una nueva forma de vivir el arte. Se trata entonces de un museo transportable, imaginario e inmaterial, que reemplaza al espectador pasivo por uno dinámico, participante e interactuante. Cada persona puede organizar sus propias exposiciones según sus intereses y puede consultar guías virtuales que explican cada obra.
Una ventaja relacionada con la practicidad de la tecnología consiste en la unificación de las obras de arte: por ejemplo, no existe ningún museo que contenga todas las obras de Picasso, sino que estas están distribuídas por todo el mundo; entonces, este sistema, permite visitar virtualmente todas ellas de manera conjunta.
La realidad virtual no solo se ha aplicado a los museos, sino también a la misma obra de arte, en cuanto a su creación y presentación. Se pueden contemplar obras realizadas mediante el uso de ordenadores, estaciones videográficas digitales, fotocopiadoras, faxes, Internet y cualquier sistema electrónico.
Por último es posible afirmar que estos Museos virtuales brindan una gran oportunidad de utilización didáctica, proporcionando al alumno una serie de materiales, datos e imágenes, que funcionan como una primera aproximación a las colecciones estudiadas.
Este panorama nos lleva entonces a preguntarnos: ¿De qué modo afecta a los museos tradicionales el afianzamiento de los museos virtuales? ¿Las versiones electrónicas suplantarán la experiencia de ver la obra de arte en vivo y en directo? ¿Hasta que punto resulta satisfactorio este nuevo mecanismo? ¿Es una obra de arte apreciada de igual manera a través de una pantalla? Creo que las ventajas que brinda Internet pueden resultar muy positivas en cuanto a la difusión y conocimiento del arte, sin embargo, es, a mi criterio, la experiencia de confrontarse directamente con un cuadro o una escultura, lo que provoca la sensación de mayor placer en el espectador de arte.
Publicado por Ignacio el Junio 24, 2004 05:01 PM | TrackBack
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