ciudad del sol

 


 

Dando forma a la realidad

¿QUIÉNES SON los artistas de tu clase? ¿Y los científicos? ¿Hay alguno que pertenezca a ambos grupos? Es muy posible que sí. Los artistas son creadores. Los científicos también

En su afán por encontrar orden en la naturaleza para poder explicársela, los científicos construyen teorías que son como narraciones fantásticas.

En su afán por expresar su individualidad, los artistas crean obras laboriosamente, poco a poco y con rigor, como si estuvieran construyendo una explicación lógica del universo.
El trabajo de artistas y científicos se parece más de lo que solemos creer. ¿Cómo es posible?
Arte y ciencia surgen en el mismo lugar –el cerebro humano–y hay cosas que todos los cerebros humanos hacen igual (o casi). Por ejemplo, todos ordenamos nuestros recuerdos para que formen historias lógicas; todos pensamos en el futuro y hasta podemos prever algunas cosas. Nuestros cerebros funcionan como intérpretes de todo lo que nos sucede. A partir de esas interpretaciones surgen el arte y la ciencia.

HAY MUCHAS MÁS cosas en el universo de lo que salta a la vista: luz invisible, sonidos que no se oyen, mundos microscópicos en un grano de arena, campos magnéticos y eléctricos, átomos… Por eso los científicos tienen que ser muy cuidadosos en la observación. El que no ve maravillas en las cosas más cotidianas no puede ser científico.

Los artistas también son avezados observadores. Durante mucho tiempo los pintores se dedicaron a plasmar en sus cuadros escenas realistas que podrían haber sido fotografías. Se afanaban en representar el cuerpo humano con todo detalle. Ponían atención a los pliegues de las telas y al juego de luz y oscuridad, cuidando que las sombras estuvieran en su lugar. Los escritores usaban detalles que a otros se les hubieran escapado para describir las situaciones en que se encontraban sus personajes. Los compositores a veces trasladaban sus impresiones de la naturaleza al mundo de los sonidos musicales.

Leonardo da Vinci, el más famoso de los artistas-científicos, daba mucha importancia a la observación y decía que era indispensable “saber ver”.

CUANDO NO VES NADA se produce en el cerebro una extraña confusión: aunque no haya estímulo a los ojos, se ven manchas de colores. Sucede algo parecido cuando no oyes nada, o cuando oyes un ruido continuo y monótono conocido como ruido blanco (que se parece a lo que se oye cuando te pones al oído un caracol de mar): aunque no haya estímulo coherente, se oyen voces, música u otros sonidos reconocibles.

El cerebro siempre está buscando patrones en la información que recibe de los sentidos. Y cuando no recibe nada, inventa. Es como si el cerebro tratara siempre de explicarse el mundo. Cuando haces un dibujo de conectar puntos ves surgir poco a poco un patrón. Donde al principio no reconoces nada, el proceso de conectar los puntos te revela una figura oculta. Cuando observas con cuidado tu entorno también ves surgir patrones poco a poco. El cerebro conecta puntos –o interpreta— continuamente (y al hacerlo, a veces se equivoca).

AL BUEN ENTENDEDOR pocas palabras, dice el refrán. Pero no sólo entendemos con palabras: también nos dan información las imágenes, los gestos, los silencios, los olores, el ruido; en general, todo lo que nos llega por los sentidos. La información no tiene que estar completa para que el cerebro integre una visión lógica de lo que está sucediendo a nuestro alrededor. Todos somos buenos entendedores porque el cerebro humano puede rellenar los huecos en la información que recibe. O, como se dice a veces, “leer entre líneas”.
Los científicos usan esta capacidad del cerebro para construir hipótesis. Ante un fenómeno nuevo, y con poca información, pueden proponer varias explicaciones posibles, que luego se prueban por medio de la observación y la experimentación. Si no pudiéramos leer entre líneas, no avanzaríamos nada con la escasa información que dan los experimentos.

Los artistas también aprovechan la capacidad de completar información dejando a la imaginación del público una buena parte de la interpretación de su obra. A los escritores, por ejemplo, se les recomienda usar lo que se conoce como estilo indirecto. En vez de decir “Ana Mijailovna estaba enamorada de Serguéi Dimitrievich” es mejor sólo darlo a entender escribiendo: “Ana Mijailovna no dejaba de suspirar cada vez que volvía la vista hacia la puerta por la que había salido Serguéi Dimitrievich”. El público adquiere un papel activo en la apreciación de la obra de arte porque tiene que usar la imaginación para entenderla

OBSERVAR, INTERPRETAR, completar información… ¿Por qué todos podemos hacer estas cosas sin haberlas aprendido?
Una posibilidad es que estas habilidades hayan quedado “preprogramadas” en el cerebro por haber sido útiles a nuestros antepasados remotos.

¿Para qué podrían ser útiles? Los dones de observación e interpretación que tenemos los humanos (aunque muchos animales tampoco lo hacen mal) nos sirven para prever o anticipar.
En el ambiente hostil en que vivían los primeros humanos, prever el comportamiento del entorno (desde los depredadores hasta las lluvias y las estaciones) servía para tener mayores probabilidades de sobrevivir. El que por casualidad nacía con el cerebro equipado para saber cómo escapar del tigre dientes de sable y cómo acorralar a un mamut tenía mejores perspectivas de vivir el tiempo suficiente para reproducirse. Sus descendientes heredaron estas capacidades y a su vez fueron más aptos que otros miembros de la especie que no las tenían. Al final sólo quedaron humanos dotados de la capacidad de observar y prever por medio de la detección de patrones y regularidades.

Nuestros cerebros y su peculiar funcionamiento son legado de la evolución de nuestra especie
Algunos juegos hacen uso intenso de las habilidades del cerebro, sobre todo de su capacidad de anticipación:

• En los establecimientos de juegos para adolescentes hay máquinas de bailar. Tienen dos plataformas con cinco tapetes para pisar bailando. En la pantalla de la máquina van apareciendo flechas que dicen qué tapete pisar siguiendo el ritmo de la música. ¿Te has puesto a pensar en todas las operaciones que tiene que hacer tu cerebro para que bailes sin perder el paso?

• El simple juego de saltar la cuerda (cuando dos personas la hacen girar y otra salta).

• Los juegos con pelotas exigen un conocimiento intuitivo de la física del movimiento de proyectiles (¿cómo sabes qué impulso darle a la pelota para anotar un gol o un tanto en volibol, por ejemplo?)¿En qué otras actividades entra en juego la capacidad de prever?

LAS NECESIDADES de la supervivencia suelen venir asociadas con placer. Piensa, por ejemplo, en los placeres de la alimentación y de la reproducción.

También da placer el juego porque jugar ayuda a desarrollar habilidades que necesitaremos en la vida.
¿Y el placer de crear?
Estructura formada con barras magnéticas y bolas metálicas. Los juegos de armar son muy populares, sobre todo si son simples.

¿Por qué nos gusta tanto construir?
Construir con elementos sencillos. Este juego de tablitas todas iguales permite construir muy diversas estructuras.

Las teorías científicas son como esculturas: juntan unos cuantos elementos y los relacionan.

Estructura de estructuras Una obra de arte y una teoría científica pueden tener muchos niveles o estar hechas de estructuras más pequeñas. Las tres leyes de Newton son partes de la mecánica. La mecánica, la termodinámica y el electromagnetismo son partes de la física. La física, la biología y la química son partes de la ciencia.

¿Te gusta armar estructuras? ¿Te gusta encontrar explicaciones? En pocas palabras, ¿te gusta crear? El placer de crear es el placer de dar forma y de ver forma. Encontrar orden en la naturaleza nos permite anticipar lo que va a hacer.

Arte y ciencia exigen imaginación, mirada aguda y gusto por el orden. Ambas actividades son fuente del placer de crear.

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Sergio de Régules Ruiz-Funes
http://redescolar.ilce.edu.mx/redescolar/act_permanentes/conciencia/arte_ciencia/ayc.htm

 



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