ciudad del sol

 


 

El arte digital:

Sandra Gonz‡lez

El uso de las ciencias inform‡ticas y cibernŽticas aplicadas a las artes pl‡sticas suscita hoy no pocas polŽmicas entre especialistas, pœblico y hasta entre los propios cultivadores de lo que se ha dado en llamar arte digital. La primera de ellas es su propia validez, la categor’a de arte aplicada a su pr‡ctica. Cualquier reflexi—n en la actualidad en torno al tema parece v‡lida, inmersos todos los juicios que pudieran surgir en una realidad comœn que ofrece pocas posibilidades de ese distanciamiento obligatorio que hace posible una visi—n m‡s panor‡mica y, por ello, desapasionada de cualquier fen—meno.

El primer paso para llegar a algunas conclusiones parte de la propia definici—n de arte, que en nuestros d’as se ha llegado a complejizar hasta extremos insospechados para las generaciones que nos precedieron. Arte no es ya sin—nimo de belleza como lo fue en Žpocas pretŽritas, donde la bœsqueda de lo bello constituy— el pilar del interŽs de los pintores. Tampoco es necesario para nosotros admirar la copia fiel de la realidad. Ya pœblico y artistas, han superado la necesidad de ver las cosas como son o como se ven y mucho m‡s despuŽs del surgimiento, pr‡ctica y difusi—n masiva de la fotograf’a. Tampoco resulta importante representar las distancias, el movimiento, la cuarta dimensi—n o el subconsciente. El tema art’stico ha llegado tambiŽn a desaparecer.

Si bien es cierto que el arte en s’ no evoluciona, porque la obra de arte permanece en el tiempo por sus valores, s’ cambia el interŽs de los pintores, la manera de ver el mundo y con ello el pœblico que juzga o disfruta. Porque la expresi—n de la realidad en im‡genes, a travŽs de la sensibilidad o percepci—n personal del artista, se lleva a cabo mediante la utilizaci—n de un medio y hace que Žste se convierta tambiŽn en art’stico. Aqu’ el concepto de evoluci—n es entonces aceptable. De los colorantes obtenidos directamente de la tierra y aplicados a las superficies rugosas de las cavernas con las manos, el medio art’stico anduvo un largo camino hasta llegar a la tinta, la acuarela, el —leo, para no mencionar las diferentes tŽcnicas de grabado. En este largo camino muchas ciencias y procesos tecnol—gicos prestaron su concurso a lo largo de la historia, como por ejemplo, la f’sica y, en gran medida, la qu’mica org‡nica e inorg‡nica hasta el punto de que hoy en d’a se hace posible, mediante un an‡lisis de laboratorio, fechar una obra gracias a la determinaci—n de los pigmentos empleados en ella.

Cada Žpoca ha encontrado en las tŽcnicas art’sticas una v’a de expresi—n para sus problemas existenciales y espirituales, porque esa necesidad de expresarse es, sin dudas, una cualidad inherente al arte mismo. Y la finalidad del artista frente a los espectadores, consumidores del arte, es hacer recordar, llamar, meditar.
Pero es indudable que cada medio ha impuesto sus propios l’mites. La aplicaci—n de las nuevas tecnolog’as al arte no es ajena a toda esta problem‡tica. Sin embargo, no pocos consideran m‡s f‡cil aprender los programas de computaci—n que las lecciones convencionales en las escuelas de pintura. Muchos artistas digitales, por su parte, aseguran que el dominio de los diferentes programas requiere de dedicaci—n, estudio y horas frente a la pantalla de la computadora y que lo que parece sencillo no lo es en absoluto.
Sea v‡lida o no esta afirmaci—n lo que s’ resulta evidente es que el talento del artista sigue siendo lo m‡s importante. No es determinante que la obra estŽ realizada con —leo, carboncillo, guache, o prixels y mouse, lo que el artista tiene que decir, y su habilidad para expresar lo que quiere, sigue siendo ayer como hoy lo m‡s importante.

Otro aspecto cardinal del arte digital es que revoluciona el mercado del arte que ha encontrado hasta ahora en las galer’as, con la exposici—n f’sicas de las obras, el veh’culo m‡s id—neo para su inserci—n como valor. Los museos, por su parte, como lugares en que los artistas se jerarquizan, y pudiera decirse que se sacralizan en el universo de arte, se ven forzados tambiŽn a incluir a los cultivadores del arte digital en sus salas o mantenerse ajenos a un movimiento que se perfila ya como el que mejor representa la manera de hacer en el nuevo milenio que reciŽn ha comenzado.

Los nuevos medios no son los que hacen nacer los nuevos asuntos, sino el devenir de ese colectivo que llamamos cultura y humanidad. El arte digital, definido ya como la nueva tŽcnica art’stica para esta Žpoca y para el futuro, ha demostrado que ha llegado para quedarse. Su desarrollo parece estar ligado a la comunicaci—n masiva y la intervenci—n activa del espectador pero su alcance total es, en realidad, imprevisible aœn para nosotros.

Sandra Gonz‡lez
Relacionadora pœblica del Centro Pablo de la Torriente Brau

El Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau es una instituci—n cultural independiente, sin fines lucrativos, creada con el auspicio de la Uni—n de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

http://www.centropablo.cult.cu/main_new.htm

http://www.artedigitalcuba.cult.cu

 



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